Consumidores protagonistas en la economía circular
Como consumidores críticos, responsables y solidarios, queremos plantearte consejos para adoptar hábitos cotidianos que incorporar al consumo a diario. Para ello, a partir de los contenidos de nuestro manual ‘Consumo circular en el día a día’ te planteamos esta versión interactiva para que puedas saber qué cambios incorporar cada mes y así tener un año redondo…
¡Evitemos el desperdicio alimentario! Hasta 88 millones de toneladas de alimentos se desperdician cada año en el continente. El Parlamento Europeo quiere reducir ese nivel en un 30% para 2025 y a la mitad en 2030.
Al año se crean ingentes toneladas de residuos textiles: se producen más de 100.000 millones de prendas al año de las que el 40% no se utiliza. En China, 12,4 toneladas de textiles se tiran con sólo seis usos.
Menos es más. Más vale poseer pocas prendas, de buena calidad y largo recorrido, y hacer buenas elecciones (ropa imperecedera y combinable) que comprar muchas mediocres que acabarán pronto en la basura.
Buscar y usar firmas sostenibles que tienen menos impacto social y medioambiental. Hay directorios como Moda Impacto Positivo, Ecovamos, Carro de Combate o Gansos Salvajes. Te invitamos a apoyar a creadores o artesanos locales, así como a recurrir a la segunda mano en tiendas, mercadillos o aplicaciones web. Puedes consultar opciones también en nuestro mapeo de iniciativas circulares.
Reparar, reformar y adaptar es otra forma de alargar la vida de la ropa. En los últimos años han aparecido espacios donde aprender a coser o servicios especializados en costura como Guerrilla del Ganchillo y también puedes sumarte al suprarreciclaje, dándole una nueva vida a prendas y tejidos con tus propias manos o con ayuda de empresas especializadas como Upcyclik.
Deshazte responsablemente de la ropa, ¡no tirar a la basura! Puedes puedes regalarla, venderla o a asociaciones sin ánimo de lucro como AERESS (Asociación Española de Recuperación de la Economía Social y Solidaria), entidades como Humana o colectivos de reciclaje como Altrapolab. Los textiles se pueden reciclar para rellenos de asientos de coches o de mobiliario e incluso en algunas ocasiones se pueden recuperan algunas de sus fibras.
Este sector lleva usando, desde hace más de 50 años, derivados de la petroquímica así como multitud de principios activos, excipientes y aditivos de todo tipo, en muchos casos innecesarios y altamente contaminantes. ¿Sabías que un champú o gel normal tarda 300 años en biodegradarse? ¿O que el sector cosmético convencional tiene un altísimo consumo hídrico y de plásticos, así como un fuerte impacto ambiental y social en cultivos intensivos de materias primas?
Consumir a granel (jabón, champú, gel) es una gran opción para reducir envases, así como adquirir champús y geles sólidos.
Optar por cepillos (de dientes o pelo) de materiales naturales vegetales sin plásticos, ni cerdas de origen animal.
Elegir maquinillas de afeitar de acero no desechable.
Escoger esponjas naturales y biodegradables (la luffa) evitando el plástico y contribuyendo a no esquilmar las especies marinas.
Priorizar el uso de artículos reutilizables como discos desmaquillantes, salva-slips, compresas y copas o esponjas menstruales.
Emplear productos multitarea como jabones, champú-gel o aceites naturales que tengan diversos usos.
Ser más eficientes con la energía doméstica es importante desde el punto de vista ecológico pero también como consumidores. Según el Ministerio de Fomento, a fecha de 2016 casi el 60% de inmuebles españoles se habían construido sin seguir ninguna normativa de eficiencia energética y según la consultora Greenward Partners (2019), el 82% es ineficiente en su calificación energética.
Informarnos de las ayudas públicas para la rehabilitación y modernización energética de las viviendas, como las del Plan Estatal de Vivienda 2018-2021, y exigir más información y recursos.
A la hora de abordar un aislamiento o reforma, optar por fórmulas constructivas que disminuyan el impacto de emisiones y residuos, como la arquitectura bioclimática o las casas pasivas.
Apostar por el autoconsumo de energía, que ADICAE viene reivindicando desde hace tiempo desde la Alianza por el Autoconsumo. El autoconsumo es legal, viable y una manera de contribuir al cambio de modelo energético: te invitamos a informarte en esta breve guía práctica del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE).
También puedes sumarte, como consumidor, a que tu suministro de electricidad sea 100% renovable a través de alguna de las PYMES y cooperativas comercializadoras de renovables que han surgido en los últimos años. Infórmate en el comparador de eléctricas Consuma Consciencia.
Otro de los recursos básicos que se gestionan día a día en el hogar es el agua. Es importante tener presente que el propio sistema de gestión del agua tiene importantes carencias y problemas estructurales que determinan cómo llega a nuestros grifos. El estado de las infraestructuras conlleva un alto grado de derroche: se calcula que el nivel de pérdidas de agua en las redes españolas es del 25% del agua consumida, según un informe elaborado en 2018 por PwC y Acciona. Además, en una casa sin jardín, el baño es el mayor gasto hídrico (un 65% del total).
La arquitectura sostenible emplea sistemas de filtrado y aprovechamiento hídrico de lluvia que se canaliza a un depósito y sirven para regar o lavar, y aboga también por recaptar las ‘aguas grises’ del fregadero, ducha, lavabo o lavadora para reutilizarse para lo mismo.
Reduce los litros de carga de la cisterna del inodoro introduciendo botellas con agua. Conviene además no utilizar el váter como papelera para evitar desperdicio de agua y atascar las vías.
Es mejor ducharse que bañarse, y una ducha de 5 minutos conlleva poco impacto.
Muchos objetos, tengan el tiempo que tengan, pueden gozar de una segunda vida en el hogar, decorando o redecorando nuestra vivienda. Lo importante es comprar lo estrictamente necesario y de buena calidad, además de otras alternativas como:
Heredar muebles de la familia o amigos, aquellos que encontramos y a través de plataformas colaborativas o intercambiarlos.
Restaurar antigüedades con pintura (a ser posible ecológica), con un buen lijado y un barniz natural.
Adquirir objetos decorativos o mobiliario, en mercados o similares
Conseguir muebles de madera certificada con FSC (que audita que sean bosques gestionados responsablemente) o de Madera Justa (con doble certificación: FSC y de comercio justo).
Comprar en el ámbito local o de cercanía, puede ser muy resolutiva para conseguir vajillas, menaje o decoración procedente de artesanos, de creadores locales o de comercio justo.
Priorizar el uso de ropa de tejidos orgánicos, rellenos vegetales (de fibras de vainas de ceiba) o látex natural disponibles en portales como Ekoideas u Olokuti.
Recubrir paredes o superficies de la vivienda con revocos de tierra, pinturas de arcilla, madera tratada naturalmente, piedra, baldosines hidráulicos, cañas, cal, esteras de esparto, materiales vegetales ecológicos (madera, corcho, arroz, papel, lino, bambú, rafia, fibra de yute, coco o cualquier vegetal de renovación rápida), o materiales reutilizados incorporados sin colas químicas.
Debemos limpiar sólo cuando se necesita, especialmente para evitar las emisiones derivadas de los electrodomésticos (aspiradora, lavadora, secadora, etc.), así como los residuos de los productos químicos y los envases de plásticos. Es preferible usar productos del hogar ecológicos porque dejan menos residuos.
Priorizar el uso de jabón líquido vegetal (a ser posible orgánico) para lavar el 80% del hogar, inclinándonos por marcas autóctonas de detergentes así como las ventas a granel, para minimizar el uso de envases.
Diluir jabones sólidos en agua para minimizar el impacto de su uso.
Aprovechar productos cotidianos para usarlos como limpiadores: vinagre blanco (idóneo para desinfectar, elimina bacterias y la electricidad estática, suavizar toallas o -mezclado con aceite de oliva- abrillantar la madera y -diluido en agua- limpiar cristales o suelos.); el bicarbonato de sodio para manchas resistentes y superficies como encimeras, duchas, bañeras, ropa, inodoros, lavabos, hornos o acero inoxidable, entre otras, y como blanqueante; o el limón pues desintegra la grasa, quita manchas de la ropa, olores y abrillanta el cobre.
Usar nueces de lavado, un fruto rico en saponina (sustancia que actúa como detergente natural) que puede introducirse en la lavadora.
Disminuir el consumo de plástico de estropajos, cepillos, escobas, fregonas, brochas, esponjas, etc. con versiones naturales.
El poder de la banca está detrás de muchos de los problemas globales de insostenibilidad. Su vinculación al negocio especulativo nos ha llevado a la destrucción de mucho tejido productivo y a una excesiva dependencia del mundo de las finanzas de toda la actividad económica. ADICAE tiene su razón de ser en la defensa de los consumidores frente a los abusos del sector bancario.
Mejorar nuestra educación financiera: ¡conocer nuestros derechos para poder defendernos! Te invitamos a participar en la plataforma virtual formativa de ADICAE.
Exigir que las llamadas ‘hipotecas verdes’ (aquellas que mejoran sus condiciones si la vivienda adquirida tiene una buena calificación energética o si se va a reformar un inmueble con criterios de sostenibilidad) sean más realidad que ‘marketing’: es imprescindible se cree una hipoteca verde estandarizada a escala europea con transparencia y garantías para el consumidor.
Podemos apostar por la llamada ‘banca ética’, entidades que están comprometidas con buenas prácticas financieras pero también sociales y ecológicas. En España hay dos, uno de ellos constituido como cooperativa. Igualmente, algunas aseguradoras con la certificación EthSI también cumplen con valores y criterios éticos.
No olvidemos reivindicar que la banca comercial tradicional debe tener buenas prácticas con sus clientes: a veces no hay banco más ético que el que cumple con las garantías que la ley ya contempla frente a abusos y opacidad.
ADICAE dedica muchos esfuerzos a defender los derechos de los consumidores también en el sector de las telecomunicaciones, en el que se producen abusos en la facturación, con supuestas ofertas gratuitas que acaban cobrando y con averías o cortes en el servicio telefónico y de internet. Y por ello, en la Plataforma online de Educación Financiera y de Consumo de ADICAE existe un curso de formación al respecto.
Elegir los aparatos de bajo consumo. Si pensamos adquirir electrodomésticos grandes o pequeños conviene mirar su etiqueta de consumo de kilovatio hora anual (o del ciclo de vida). Existen siete categorías: desde el verde más intenso, de mayor eficiencia (A+++), al más claro (A+ y A++), hasta el rojo (G), el menos eficiente.
Optar por aparatos de segunda mano. Siempre es una buena elección porque alarga la vida de estos artículos que cada vez se reemplazan más pronto. Además es más barato que comprarlos nuevos.
Familiarizarnos con los ingenios solares. En los últimos años han aparecido muchos como cargadores de móviles, para ordenadores, incluso cocinas, hornos o duchas solares.
Reducir algunos electrodomésticos y artículos electrónicos que aumentan los residuos del mundo, el consumo de energías, daños a la salud evitando los microplásticos que afectan a los animales y al organismo humano.
Uso eficiente del horno evitando abrir su puerta cuando esté encendido ya que pierde una cuarta parte del calor.
Colocar la temperatura del frigorífico entre 3 y 5 grados, para ahorrar entre un 15 y un 17% de consumo energético. Intentemos abrir sus puertas lo menos posible y no introducir comida caliente.
Exigir una regulación de la obsolescencia programada que garantice la larga vida útil de la tecnología, protegiendo a los consumidores y reduciendo los residuos tecnológicos.
Actualmente, uno de los grandes debates de las ciudades y el futuro de las mismas pasa por la movilidad sostenible y los nuevos modelos de desplazamiento por el territorio. La cuestión redunda en la calidad del aire y en la reducción de los niveles de contaminación y de emisión de gases de efecto invernadero.
Priorizar el transporte público y la movilidad activa, es decir, ir a pie o en bicicleta.
Optar por los eléctricos e híbridos (aunque contaminan menos, no son ecológicos) cuando no quede más remedio que coger o comprar un coche. Los primeros son más recomendables para recorridos urbanos por la dificultad que aún existe de recargar por carretera.
Usar automóviles sin tener que poseerlos puesto que existe una oferta de plataformas colaborativas de carsharing (compartir coches) y carpooling (alquilarlos por horas). Som Mobilitat es una cooperativa catalana sin ánimo de lucro de la Economía Social y Solidaria que posibilita alquilar automóviles eléctricos por horas sin incurrir en los impactos sociales, laborales o fiscales de otras plataformas colaborativas.
Ahorrar energía y combustible con una buena conducción: puedes consultar el decálogo del uso eficiente del coche que desarrolló ADICAE en colaboración con el IDAE.
Preferir el tren y el barco frente al avión y al transporte por carretera (más contaminantes), así como los desplazamientos a pie o en bicicleta una vez en destino.
Según Nature Climate Change, el turismo es responsable del 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. De ese cómputo, un 12% se imputa a los viajes en avión. Además de las consecuencias medioambientales del sector turístico, como la degradación de las costas o espacios naturales, así como de las comunidades locales, en España ha surgido recientemente la polémica en torno a las condiciones laborales de trabajadores del sector turístico, especialmente en el hotelero como el de “las kellys” o “camareras de piso”.
Evitar las ofertas de “todo incluido” y de turismo masivo.
Optar por proyectos locales de grupos pequeños y medianos, donde se contratan alojamientos, servicios, guías y excursiones autóctonas.
Preferir el tren y el barco frente al avión y al transporte por carretera (más contaminantes), así como los desplazamientos a pie o en bicicleta una vez en destino.
Interactuar con los habitantes locales sin ostentar riqueza, no favorecer que los menores pidan limosnas, no hacer promesas que no se vayan a cumplir y pedir permiso al fotografiar a las personas o a los monumentos.
Reflexionar acerca de los gastos y lo que vamos a favorecer con nuestro consumo, procurando que el máximo posible de nuestra inversión se dirija hacia la economía local, a sus habitantes y a sus proyectos respetuosos (que empleen dignamente a los nativos y que apoyen políticas de ahorro de agua, energía, reciclado, reducción de residuos, etc.).
Las personas adultas somos el mejor ejemplo que los niños y niñas tienen en su vida diaria y especialmente, le otorgan mucha más autoridad a esos que son más cercanos a su ámbito doméstico. Educar y concienciar desde edades tempranas en un consumo diferente, respetando el uso de recursos y el medio ambiente, es una de las mejores herramientas que les podemos facilitar a los consumidores del mañana.
No es necesario consumir para darle felicidad y bienestar a los menores. Por ello apuntamos algunos consejos prácticos:
Ir a hacer compras con ellos, explicarles por qué escogemos unos productos u otros y cocinar juntos.
Prepararlos a reconocer qué alimentos son sanos, frescos, ecológicos, de temporada o locales, es uno de los mejores legados en salud y en cultura agrogastronómica que les podemos dejar.
Cuidar su dieta para que esta sea libre de productos procesados, ultraprocesados o de alimentos prefabricados y de comida rápida
Enseñarles a reciclar y a separar la basura.
Promover, defender y reclamar un sistema justo de intercambios de libros. Los consumidores hacen un esfuerzo económico muy importante durante la conocida como “vuelta al cole”. Además del ahorro que puede suponer para las familias, un sistema de préstamo de libros y su reutilización varios años también reduciría el consumo de recursos naturales, como el papel, y la energía que conlleva producirlos.
Asistir (fechas preñavideñas) a intercambiadores para cambiar ropa y juegos infantiles que están en buen estado e infrautilizados.
Conviene potenciar más el juego y su creatividad e imaginación, que el juguete y su posesión material. Sobre todo, juguemos y disfrutemos con ellos.
Vigilar el consumo responsable de las nuevas tecnologías por parte de los menores..
Los animales no son un juguete, son seres vivos que sienten. Por lo que ningún ser vivo tiene por qué ser tratado como un objeto.
Recreos Residuo Cero acaba de ponerse en marcha y es una iniciativa de Teachers for Future Spain para que los escolares en España usen cantimploras y tarteras reutilizables en los centros educativos. También plantean concienciar al alumnado en el medio natural inmediato al centro con zonas de compostaje o siembra de arboretos de especies autóctonas.