En Otro Consumo es Posible hemos hablado muchas veces de cómo con nuestras compras estamos en gran medida tomando decisiones, no solo de lo que nos llevamos a casa como producto, sino también de hacia qué tipo de modelos y sistemas queremos contribuir. El Consumerismo, un término que se rastrea desde finales de los 90 en varias estudios del ámbito académico, es otra forma de definir cómo nuestros actos de compra pueden ser también una forma de actuar.
Como consumerismo podemos definir el acto de entender y estudiar el consumo como una forma de activismo o de tomar partido. Cuando adquirimos un producto local, reclamamos a un fabricante que no ha cumplido con la legislación, o nos preocupamos sobre dónde y cómo se ha fabricado una prenda de ropa, estamos actuando desde el consumo y ayudando a que los derechos de los consumidores se tengan cada vez más en cuenta. Es, en pocas palabras, la definición de tomar partido a través del consumo.
Los orígenes del consumerismo o activismo desde el consumo
El activismo de los consumidores o consumerismo trata de cambiar la forma en que se producen los bienes o servicios para que el proceso de producción sea más seguro, más ético, más respetuoso con el medio ambiente, y para que los propios productos sean más seguros y de mejor calidad, o estén más al alcance de los consumidores.
Los académicos Robert V. Kozinets y Jay M. Handelman, autores de varios estudios al respecto, consideran que el mediante el consumerismo se busca “enmarcar la compra de un bien o servicio como una elección moral, en la que el consumidor es en parte responsable de los aspectos de la producción y, en base a esto, tomar partido con su elección”.
Las organizaciones de consumidores, como ADICAE, forman parte de este ecosistema que busca informar y plantear a la sociedad el poder que tiene su decisión de compra.
En ocasiones el consumerismo también se practica desde el boicot a empresas que han vulnerado la confianza con sus propuestas o sus formas de producción, o también puede dirigirse al Estado para animarle a aplicar alguna forma de regulación para la mejora de la protección de los consumidores. Los boicots de los consumidores pueden dañar la reputación de una marca y pueden provocar caídas a corto plazo en la cotización y la reputación de las empresas. Pero, sobre todo, se basa en evaluar las decisiones de compra y promover que la sociedad también lo haga.
El consumerismo, como vemos, es un término que aglutina corrientes como el consumo consciente o consumo crítico. Un consumo crítico es aquel que se pregunta por las condiciones sociales y ecológicas en las que ha sido elaborado un producto o producido un servicio. Es una actitud diaria que consiste en elegir de manera meticulosa lo que compramos sobre la base de dos criterios: la historia del producto y la conducta de la empresa productora, señalándole al sistema los métodos productivos que aprobamos y los que condenamos.
A este respecto, puedes descargarte nuestra guía sobre Iniciativas sociales y solidarias sobre alimentación, donde detallamos todas aquellas alternativas que existen en España a favor de la alimentación sostenible, de calidad y para todos los bolsillos, así como nuestro manual práctico sobre consumo crítico.
Desde Otro Consumo es Posible, un proyecto sobre economía circular de ADICAE, hemos creado guías prácticas y accesibles en nuestra web. En estas publicaciones descargables y gratuitas podrás informarte sobre los nuevos hábitos de consumo y en nuestro canal de YouTube encontrarás vídeos explicativos sobre cómo llegar a ser un consumidor consciente y sostenible.