Desde la pasada primavera, el precio de la bombona de butano en España está estabilizado en los 17,5 euros, máximo histórico, un 63% más caro que los poco más de diez euros que costaba en 2009. Desde entonces, ininterrumpidas subidas que van a continuar a partir del próximo marzo. La patronal anuncia que aplicará subidas en cada revisión, que será bimensual, de tal manera que la bombona costará 23 euros en 2015. El doble en apenas cinco años.
La comercialización de butano es deficitaria, dice la patronal. El mismo argumento que con la luz. Y las mismas consecuencias para los consumidores. El precio de la bombona estándar, la de 12,5 kilogramos, lleva en máximos históricos ocho meses, desde mayo de 2013 en 17,5 euros. Y volverá a subir el mes que viene, pues las empresas comercializadoras ya han anunciado que aplicarán subidas en este bien energético, de primera necesidad para consumidores con bajos ingresos, de manera continuada hasta al menos 2015.
Podrán hacerlo, y cada dos meses. Hasta la fecha, el precio del butano, regulado por Industria, experimentaba revisiones cada tres meses, con un límite del 5% tanto al alza como a la baja. A partir de ahora, ese límite será flexible y las revisiones se harán cada dos meses, lo que aprovecharán las empresas para practicar subidas que colocarán la bombona en el límite de los 20 euros a lo largo de este año. Y que continuarán en 2015, de tal manera que ya se marca un precio guía, 23,45 euros, como el «ideal» que quieren las comercializadoras, un ideal que alcanzarán en 2015.
Ese precio de la bombona de butano a un nivel prohibitivo afecta a más de ocho millones de usuarios en España, la mayor parte de ellos consumidores de ingresos bajos, que tienen en el butano el principal combustible para su calefacción y, sobre todo, para su agua caliente
Un «ideal», ese precio de la bombona de butano a un nivel prohibitivo, que afecta a más de ocho millones de usuarios en España, la mayor parte de ellos consumidores de ingresos bajos, que tienen en el butano el principal combustible para su calefacción y, sobre todo, para su agua caliente. Estos hogares pagaban en 2009 poco más de diez euros por la bombona, y entre 14 y 15 euros entre 2011 y 2012, en subidas que ya entonces los consumidores calificaban como abusivas. Pues bien, en 2015 la bombona habrá duplicado su coste en cinco años, y habrá subido un 121% desde 2009.
José Luis Blanco Garrido, secretario general de la Asociación Española de Operadores de Gases Licuados del Petróleo (AOGLP), explica que «con esa revisión al alza se empezará a saldar el déficit que ha empezado a generar el negocio regulado. Las subidas acabarán cuando la deuda sea cero y los consumidores abonen lo que realmente cuesta el combustible», explicaba a La Voz de Galicia.
PÉRDIDAS DE DOS EUROS POR ENVASE
En la actualidad, las empresas están perdiendo, dice Blanco en el rotativo gallego, dos euros y pico por bombona, «pues teniendo en cuenta el precio real de la materia prima tendría que costar 20,06 euros», detalla. «El déficit sumaba 30 millones a finales del 2013, pero al acabar febrero será casi el doble, pues en estos dos primeros meses del año, con el frío en pleno apogeo, se venden entre 12 y 14 millones de botellas».
Quizá las vendan, pero la realidad es que el consumo de gases licuados envasados está descendiendo exponencialmente en los últimos años. De hecho, se vendieron un 25% menos de bombonas en 2013 respecto a 2010, menos de 820.000, frente a las más de 1,1 millones que se consumieron en 2010, según datos de la división de Energía de la CNMC. Lógicamente, los consumidores tratan de minimizar todo lo posible el consumo de un material que lleva camino en España de convertirse en un bien de lujo. Como la luz. Como los carburantes.
A José Luis Blanco le parece absurdo que «la bombona vaya subiendo un 5 % cada dos meses, lo más lógico es que el precio libre sea ya libre, pero se mantenga una bombona social«. En realidad, lo que es absurdo es que se apliquen subidas tan desproporcionadas, que lo único que van a conseguir es tirar por los suelos el consumo de este combustible y someter a los hogares que lo necesitan a un nuevo fenómeno, otro más, de pobreza energética. Sin luz ni butano para caldear las casas y calentar el agua, la única salida volverá a ser la reivindicación y la acción colectiva que ADICAE ya ha emprendido. ¿Bombona social? Si es como la luz, ni hablar.